jueves, 12 de diciembre de 2013

¿Son normales las caquitas de mi bebé?

Cuando cambias el pañal de tu bebé, lo primero que haces es observar el aspecto de sus heces para saber si sufre algún trastorno o crece bien. 

Todos las mamás deben controlar las caquitas del bebé, ya que son un instrumento fiable para valorar cómo funciona su intestino y saber, de esta manera, si el niño tiene buena salud y crece bien. Gracias a ello, se puede controlar uno de los trastornos más comunes: el estreñimiento, o la dificultad para hacer caca. Su causa se encuentra en el último tramo del intestino grueso, el colon, que está constituido por un canal llamado recto, que desemboca en el ano y en el que se almacenan las heces antes de ser evacuadas. Si estas heces son blandas, su depósito no provoca ningún dolor, pero si son duras y compactas ocurrirá todo lo contrario, provocando el estreñimiento.

Las heces de tu bebé cambiarán regularmente a medida que se desarrolle desde que es un recién nacido hasta que cumpla un año. ¡También pueden cambiar de color dependiendo del día! No te preocupes, muy pronto serás capaz de juzgar qué es normal para él.

¿Cuántas veces al día debería hacer caca mi bebé?

No existe una frecuencia establecida. En los primeros meses de vida, dependerá de si le  estás dando leche materna o de fórmula. 

Los bebés que aún no comen alimentos sólidos pueden evacuar cuatro veces al día o más, o sólo una vez cada 3 días. 

Los bebés que toman leche de fórmula normalmente necesitan defecar todos los días para evitar estar incómodos y padecer estreñimiento. 

¿Es normal que la caquita de mi recién nacido sea de color negro?

Durante el primer par de días después del nacimiento, tu bebé defecará meconio. Esto es una sustancia pegajosa, negra o verde oscura que se produce en el intestino del bebé durante el embarazo y está formada por bilis, mucosidad, células de la pared intestinal, secreciones y líquido amniótico.

Si bien el meconio puede ser difícil de limpiar, su aparición es señal de que los intestinos del bebé están funcionando con normalidad. 



¿Cómo será la caquita de mi bebé si lo estoy amamantando?

Tu calostro o "primera leche" actúa como un laxante, y ayuda a empujar el meconio fuera del organismo de tu bebé. Una vez que te suba la leche, después de uno tres días, las heces de tu bebé cambiarán:
  • Su color pasará de verde-café a un amarillo intenso, o mostaza. La caca amarilla puede tener un olor suave.
  • Sus heces serán blandas, pero con textura, a veces de apariencia granulosa y, otras, grumosas.

En las primeras semanas, es posible que tu bebé haga caquita durante cada toma de leche o inmediatamente después. Poco a poco su sistema digestivo se irá regulando y creará su propia rutina. Quizás evacúe a una hora similar todos los días. 




¿Cómo serán las cacas de mi bebé si lo alimento con fórmula?

Si alimentas a tu peque, con leche de fórmula notarás que sus caquitas son distintas:
  • Son más voluminosas que las heces de un bebé amamantado, ya que la fórmula no se digiere tan completamente como la leche materna.
  • Son de color amarillo pálido o café amarillento.
  • El olor es bastante fuerte, más similar al olor de las heces adultas.
Los bebés alimentados con fórmula tienen más tendencia a padecer estreñimiento que los bebés lactantes. Habla con tu doctor si crees que tu bebé tiene un problema.

¿Cómo cambiará la caquita de mi bebé cuando empiece con alimentos sólidos?

Cuando introduzcas los alimentos sólidos en la alimentación de tu bebé, sus heces cambiarán mucho. Los alimentos que coma influirán directamente en el aspecto de las heces. Por ejemplo, cuando le des puré de zanahorias, sus heces serán de color anaranjado intenso. 


A medida que pruebe alimentos con mayor textura, notarás que los más ricos en fibras, como las pasas, se eliminarán directamente y aparecerán enteros en el pañal. Cuando tu bebé crezca un poco más su tracto digestivo se desarrollará lo suficiente como para digerir la fibra con mayor eficacia.

A medida que empiece a comer una variedad de alimentos, sus heces se volverán más gruesas, más oscuras, ¡y mucho más olorosas!

¿Qué tipo de caquita no es normal?

Diarrea: tu bebé puede tener diarrea si presenta los siguientes síntomas
  • Heces muy líquidas.
  • Defeca más a menudo o más cantidad de lo normal.
  • Las heces le salen de forma explosiva, como proyectiles.
Es menos probable que un bebé amamantado sufra diarrea, ya que la leche materna ayuda a prevenir el crecimiento de las bacterias que la causan.

Si tu bebé tiene diarrea, la causa puede ser:
  • Una infección, como una gastroenteritis.
  • Demasiadas frutas o jugos.
  • Una reacción a alguna medicación.
  • Sensibilidad o alergia a algún medicamento.
Estreñimiento: muchos bebés se ponen rojos y hacen fuerza para eliminar las heces. Esto es normal. El estreñimiento, por otra parte, es cuando:
  • A tu bebé le cuesta eliminar las heces.
  • Las heces son bolitas secas y pequeñas, o grandes y duras.
  • Tu bebé está irritable, y llora y se esfuerza mucho cuando defeca.
  • Su pancita se sienta cuando la tocas.
  • Sus heces tienen vetas de sangre. Esto puede deberse a fisuras anales (pequeñas heridas en la piel del ano) que surgen al defecar heces duras.
Mezclar la leche de fórmula con una cantidad excesiva de polvo puede causar estreñimiento. Cuando prepares un biberón, sigue cuidadosamente las instrucciones. Asegúrate de poner primero el agua hasta el nivel recomendado.

Caca verde: si las heces de tu bebé son verdes y espumosas, es posible que esté ingiriendo demasiada lactosa (el azúcar natural que se encuentra en la leche materna). Esto sucede cuando se alimenta con frecuencia, pero no bebe la leche más cremosa que es la que sale al final de la toma. Asegúrate de que el bebé vacíe por completo un pecho antes de darle el otro.

Si los síntomas perduran más de 24 horas, consulta con tu pediatra para tratar de determinar el origen de problema. La causa puede ser :
  • La marca de fórmula que usas. Algunas hacen que las heces sean verde oscuras.
  • Una alergia.
  • Efectos secundarios de alguna medicina.
  • La rutina de alimentación.
  • Un parásito intestinal.
Heces muy pálidas: puede ser un síntoma de ictericia. La ictericia es muy común en los recién nacidos y usualmente desaparece a las dos semanas de nacer. Sin embargo, si dura más, puede ser un problema.

Vetas de sangre: si tu bebé está estreñido, su caquita puede tener vetas de sangre, ya que el estreñimiento puede causar fisuras anales, que sangren cuando defeca. Pero consulta siempre con tu pediatra si aparecen, para descartar cualquier otra causa.


El ADN de tu bebé




Cada nueva célula que se forma durante el desarrollo fetal contiene la información que decide cómo será tu bebé. Pero, ¿está todo predestinado?





Vamos a adentrarnos en el misterioso mundo de la genética. El proceso empieza con la fecundación. Los códigos genéticos de la madre y el padre se fusionan, y el óvulo fertilizado lleva el código genético del bebé. 



Los genes se sitúan en cadenas, como un collar de perlas, llamadas ADN. Cada vez que una célula se divide durante el desarrollo del feto, crea una copia idéntica a sí misma. Cada célula incluye el código genético que lleva todos los rasgos del feto. 




El ADN es una cadena de códigos de los que aún no se saben muchas cosas. El ADN reúne toda la herencia genética que los padres les pasan a sus niños. Nuestro color de ojos, nuestro color de pelo, nuestro tipo de sangre e incluso algunos rasgos de nuestro carácter están inscritos en nuestros genes. 




Pero NO todo está predestinado. Las combinaciones genéticas de códigos se van desarrollando con el tiempo. El entorno del feto ejerce una influencia sobre ellas y se seguirán formando después del nacimiento. 











¿Cuándo llamar al doctor si tu bebé está enfermo?


Acabas de volver a casa con tu bebé y está sano y hermoso. Aun así, tienes miedo de no darte cuenta cuando se enferme. No quieres ser una madre sobreprotectora pero tampoco quieres despreocuparte demasiado. ¿Cómo puedes darte cuenta si tu pequeñín no se siente bien?                                                                                                                                                                                                      No te preocupes. Tú conoces a tu hijo mejor que nadie así que confía en tu instinto y llama al doctor si crees que algo no está bien.



Algunas cosas a las que hay que estar atentos: 


Temperamento

Si tu bebé parece estar alegre y contento como siempre y se alimenta bien, es probable que no esté muy enfermo. Un bebé con goteo nasal y con una gran sonrisa probablemente no se sienta tan mal como uno que moquea y está soñoliento. 

Llanto poco común

Si de repente el niño comienza a llorar más de lo habitual y no puedes consolarlo como de costumbre, o si su llanto es apagado o débil o inusualmente agudo, tal vez esté muy enfermo. También puede suceder lo contrario: si parece estar molesto y aunque no llore, se ve más inactivo de lo habitual y te cuesta despertarlo, llama al doctor. 



Apetito

El apetito del bebé puede variar día a día. Pero si tiene ganas de comer, debería hacerlo con ímpetu. Es probable que un bebé que se cansa fácilmente de mamar o pierde interés en la lactancia o en la alimentación, esté enfermo. También, si notas que vomita más de lo normal y con mayor esfuerzo, o si el vómito es de color verdoso, podría estar enfermo. 

Caquitas anormales

La materia fecal de los bebés pequeños, especialmente los que están amamantando, suele ser muy blanda o líquida. Sin embargo, si la evacuación de tu bebé se torna demasiado acuosa, puede que tenga diarrea

Pon mucha atención a sus evacuaciones y fíjate si la diarrea continúa. Asegúrate de que tome mucho líquido o amamante con la misma frecuencia de siempre para que no se deshidrate. Tu niño debería mojar un mínimo de seis pañales por día. Si te parece que está soñoliento y comienza a evacuar heces pequeñas, duras o secas, o si su deposición tiene un poco de sangre o mucosidad, o su consistencia se asemeja a la de la gelatina, llama al doctor. 



Mitos sobre los bebés

Las leyendas sobre los bebés pasan de generación en generación aunque no tengan ningún fundamento. Y ocurre incluso en nuestros tiempos, donde la ciencia tiene respuesta para casi todo. Por eso hemos acudido a ella, a la ciencia, para conocer si la sabiduría popular es tan sabia como la pintan.


1. ''Los niños prematuros tienen una salud más fuerte''
La verdad es que en muchos casos los bebés prematuros superan de forma asombrosa dificultades relacionadas con su escaso desarrollo al nacer. Pero conseguir salir airosos de su lucha no significa que vayan a tener un organismo más fuerte en el futuro. Lo que sí es cierto es que su velocidad de crecimiento y maduración comparada es mayor, que no mejor. Lo habitual es que enfermen un poco más, pero una vez que alcanzan la edad en que se igualan en desarrollo físico y neurológico, son prácticamente iguales que un niño nacido a término. Tanto su inteligencia como su fortaleza van a depender de factores genéticos y de estimulación.

2. ''Si es muy precoz al caminar, se le darán bien los deportes''
Es un mito extendido, pero sin fundamento. Que un niño camine relativamente pronto no influirá en su psicomotricidad futura. La edad en la que el pequeño da sus primeros pasos y comienza a caminar viene determinada por muchos factores, entre los que destacan su grado de madurez y factores ambientales.

3. ''La longitud de las piernas revela la altura que tendrá de adulto''
Unas piernas largas al nacer no aseguran una estatura por encima de la media. La altura que alcanzará un niño en la edad adulta depende de la herencia genética y está relacionada con la estatura de sus antepasados, la alimentación, la salud y el estilo de vida. Así que la talla con la que nace un bebé no tiene por qué marcar la estatura que alcanzará de mayor: depende exclusivamente del tamaño de la cavidad uterina y de la nutrición durante el periodo fetal.

4. ''Los bebés saben nadar por instinto''
Si metemos a un recién nacido en el agua veremos que realiza movimientos rítmicos de brazos y piernas que nos recuerdan a la natación; además, al sumergirlos, se produce un cierre automático de las vías respiratorias por un reflejo de bloqueo de la glotis. ¿Significa que son expertos nadadores por instinto? La respuesta de los pediatras es rotunda: no. Su reacción se debe a un mecanismo reflejo de protección, el llamado reflejo natatorio, que es temporal: desaparece en los primeros meses de vida.

5. ''Para que el pelo crezca fuerte hay que cortarlo mucho''
Cortar el pelo es una decisión estética y no afecta ni a la calidad ni a la cantidad de cabello que tendrá en el futuro. El pelo tiene el mismo grosor tanto en la base como en la punta, pero debido al desgaste (lavado, peinado, roce...) sufre variaciones en las puntas. Por eso al cortarlo da la sensación de que es más grueso y más fuerte.

6. ''Los niños que empiezan a hablar antes son más inteligentes''
Hay niños que son más precoces que otros a la hora de desarrollar el lenguaje, igual que otros desarrollan ciertas habilidades a una edad más temprana. Pero eso no significa, ni mucho menos, que tengan un cociente intelectual más elevado. Cada pequeño tiene su ritmo y a medida que pasa el tiempo no se advierten diferencias con otros niños de aprendizaje más tardío. Que un pequeño comience a hablar antes o después depende de la genética y de la estimulación. Los bilingües o trilingües suelen tardar más en hablar, y ello no significa que sean menos inteligentes que los niños que hablan un solo idioma. Eso sí, un retraso llamativo en el habla debe ser valorado individualmente por el pediatra.

7. ''Los bebés con la cabeza más grande son más listos''
Es cierto que el crecimiento del cerebro del bebé como órgano se percibe en el aumento del perímetro craneal del bebé mes a mes, pero lo que cuenta es la eficacia de las conexiones neuronales, no el tamaño de la cabeza.

8. ''Un niño es inteligente si no lo son sus padres''
Es cierto que la inteligencia del bebé viene en parte determinada por su herencia genética, pero no se mantiene inmodificable en el tiempo. Si un niño posee genéticamente una inteligencia superior, pero no recibe los estímulos adecuados ni está rodeado en un ambiente que le brinde el apoyo apropiado, no podrá desarrollar sus capacidades correctamente.